jueves, 8 de julio de 2021

 

9 DE JULIO

DÍA DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA



9 de julio de 1816

 

 

'Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.' Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.

 

 

El 9 de julio de 1816, en Tucumán, un grupo de congresales tomó una de las decisiones más importantes que han tomado los habitantes de las Provincias Unidas en Sud América: declarar la independencia de los reyes de España y su metrópoli, y de toda otra potencia extranjera que quiera dominar estas tierras. Para lograr esto tuvieron que superar miedos, debilidades e inseguridades. Nuestros congresales, reunidos en Tucumán, eran hombres simples, como nosotros, que por amor a su tierra gritaron con coraje ¡Sí! ante la pregunta de Narciso Laprida: “¿Quieren que las Provincias de América del Sur sean libres e independientes?”.

Pero, ¿A qué temían los congresales?, ¿Por qué retardaban la exhibición de la bandera que había creado Belgrano en 1812?, ¿Por qué postergaban la declaración de la Independencia? Se estaban enfrentando, y lo sabían, a un poder que los superaba: España.

Tres son los ejes para analizar históricamente este trascendental acontecimiento: el contexto bélico; las divisiones internas y los sectores que apoyaban el proceso independentista

El escenario bélico se presentaba difícil: los españoles habían recuperado territorios en Chile luego de Rancagua y en el Alto Perú en las victorias de Vilcapugio y Ayohuma; el rey Fernando VII, liberado unos años atrás por Napoleón, tenía como principal objetivo recuperar sus dominios en América y para ello estaba preparando una expedición naval de más de 12.000 hombres; los portugueses invadían la Banda Oriental quedando sólo Artigas para su defensa.

En cuanto a las divisiones internas es necesario aclarar que mientras algunos tomaron una posición decididamente independentista, tal es el caso de San Martín, Belgrano, Artigas y Güemes, otros no solo dilataban esta decisión “a la espera de los acontecimientos europeos” (Rivadavia, Posadas) sino que directamente proponían pertenecer a Gran Bretaña como una colonia sudamericana; el principal exponente de esta teoría fue Carlos María de Alvear.

El tercer eje de análisis es el de los sectores que apoyaron la Independencia. Es importante destacar que las luchas por la Independencia tuvieron un amplio apoyo popular entre gauchos, campesinos y artesanos que integraron las milicias y legiones.

Fue muy importante además la participación de mujeres, algunas de ellas destacadas patriotas luchando con valentía como Macacha Güemes, Juana Azurduy, Martina Silva de Gurruchaga, las niñas de Ayohuma o las ’bomberas’ de la “Guerra Gaucha”.

Finalmente, no podemos dejar de hacer referencia a los pueblos originarios, sobre todo los del Alto Perú y del norte de nuestro país; que integraron ejércitos, resistieron a los españoles, lideraron rebeliones y hasta fueron claves en guías de territorios desconocidos por los soldados llegados de Buenos Aires. Por este motivo el Acta de la Independencia fue traducida al Quechua y al Aymara. Inclusive, se cree que hombres de Artigas robaron el acta original cuando iba camino a Buenos Aires, y que el líder federal la mandó a traducir a aquella lengua.

Mientras San Martín le escribía al diputado por Cuyo, Tomás Godoy Cruz: “¿Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra Independencia? Es ridículo acuñar moneda, tener pabellón y escarapelas nacionales y, por último, hacer la guerra al soberano de quien se dice que dependemos y permanecer a pupilo de los enemigos. ¿Qué tenemos que decirle? Con este paso el estado ganará un cincuenta por ciento y si tiene riesgos, para los hombres de coraje se han hecho las empresas...”. Pueyrredón, Director Supremo en ese entonces, escribía “Nuestros pueblos no están en estado de admitir principios de libertad en sus gobiernos sin grave riesgo de seguridad...”. Aunque al ver que las discusiones se dilataban, volvió a Tucumán y apuró a los diputados para que declarasen, de una vez por todas, la independencia; asumiendo ese riesgo.

Belgrano, que estaba dejando su vida en las luchas por la Independencia, regresaba de una misión diplomática por Europa aún más convencido de declarar la Independencia. Mientras Güemes demostraba su coraje combatiendo junto a sus “infernales” contra los españoles en el norte y San Martín preparaba con esfuerzo el Ejército de los Andes, se declaraba la Independencia.

Por lo antedicho DECLARAR LA INDEPENDENCIA fue una decisión más asociada a los SENTIMIENTOS DE CORAJE Y CERTEZA que a una ANGUSTIA por tener que romper vínculos con la España opresora. ¿Se imaginan a San Martín, a Belgrano o a Güemes llorando por los rincones por declararnos independientes? ¿Piensan que los congresales de Tucumán estuvieron casi cuatro meses acongojados por tamaña decisión?

Sí es cierto que la Independencia trajo consigo responsabilidad. Había que defenderla y demostrar al mundo que éramos, somos y seremos un país soberano, sin que otros estados o potencias tomen decisiones sobre nosotros y por nosotros. Entonces, aparecieron esos hombres de coraje de los que hablaba San Martín que aceptaron riesgos ante posturas que iban en contra de los intereses foráneos.

Así lo demostró Rosas cuando defendió la soberanía territorial intentando impedir que una flota anglo-francesa penetre en nuestros ríos por la fuerza. O Luis María Drago, Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Roca, quien a principios del siglo XX sostuvo la postura conocida como Doctrina que lleva su nombre: “ningún estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera”; de esta manera se oponía a los Estados Unidos, que aceptaban la invasión a países americanos por deudas impagas.

Miguel Ángel, el renombrado escultor renacentista, alguna vez expresó que su DAVID estaba dentro del bloque de mármol de más de 6 metros, que la obra ya estaba hecha y que sólo tuvo que retirar lo que no es necesario.

Los hombres que hace 200 años declararon la Independencia y quienes lucharon antes y después de la misma para lograrla y consolidarla YA SABÍAN QUE LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA estaban en estas tierras; los hombres de Mayo ya la veían, los pueblos originarios la habían visto en el pasado pero los conquistadores la cubrieron, los padres fundadores y los anónimos luchadores estaban seguros de que solo bastaba retirar aquello que no la dejaba concretar, que no la dejaban disfrutar, aquello que “sobraba” como decía Miguel Ángel.

Una vez expuesta esa INDEPENDENCIA, quienes siguieron solo tuvieron que mantener esa figura mejorándola con el cincel y el martillo, de manera suave, pero con golpes certeros para acompañar esa Independencia con más libertades, más justicia social, más igualdad, defendiendo la democracia y luchando por el respeto de los DD.HH.

Sin embargo, cada tanto hubo falsos escultores de la libertad que rellenaban la figura con mármol, como “poniendo piedras en el camino” o daban golpes contundentes logrando deformar la perfecta figura de la Independencia.

Queda en nosotros tener en nuestras manos el cincel y el martillo para mantener en pie y mostrar con orgullo la obra de arte que nos dejaron los grandes creadores de nuestra patria: LA INDEPENDENCIA y LA LIBERTAD.

 

 


 

 

 

 

 



 

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