9 DE JULIO
DÍA DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA
9 de julio de 1816
'Nos los
representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso
general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la
autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las
naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos:
declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e
indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a
los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e
investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey
Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y
de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la
justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas, y cada una
de ellas, así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro
medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía
de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su
publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense
en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne
declaración.' Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con
el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.
El
9 de julio de 1816, en Tucumán, un grupo de congresales tomó una de las
decisiones más importantes que han tomado los habitantes de las Provincias
Unidas en Sud América: declarar la independencia de los reyes de España y su
metrópoli, y de toda otra potencia extranjera que quiera dominar estas tierras.
Para lograr esto tuvieron que superar miedos, debilidades e inseguridades.
Nuestros congresales, reunidos en Tucumán, eran hombres simples, como nosotros,
que por amor a su tierra gritaron con coraje ¡Sí! ante la pregunta de
Narciso Laprida: “¿Quieren que las Provincias de América del Sur sean libres e
independientes?”.
Pero, ¿A qué temían los congresales?,
¿Por qué retardaban la exhibición de la bandera que había creado Belgrano en
1812?, ¿Por qué postergaban la declaración de la Independencia? Se estaban
enfrentando, y lo sabían, a un poder que los superaba: España.
Tres son los ejes para analizar históricamente este trascendental
acontecimiento: el contexto bélico; las divisiones internas y los sectores que
apoyaban el proceso independentista
El escenario bélico se presentaba difícil: los españoles habían
recuperado territorios en Chile luego de Rancagua y en el Alto Perú en las
victorias de Vilcapugio y Ayohuma; el rey Fernando VII, liberado unos años
atrás por Napoleón, tenía como principal objetivo recuperar sus dominios en
América y para ello estaba preparando una expedición naval de más de 12.000
hombres; los portugueses invadían la Banda Oriental quedando sólo Artigas para
su defensa.
En cuanto a las divisiones internas es necesario aclarar que
mientras algunos tomaron una posición decididamente independentista, tal es el
caso de San Martín, Belgrano, Artigas y Güemes, otros no solo dilataban esta
decisión “a la espera de los acontecimientos europeos” (Rivadavia, Posadas)
sino que directamente proponían pertenecer a Gran Bretaña como una colonia
sudamericana; el principal exponente de esta teoría fue Carlos María de Alvear.
El tercer eje de análisis es el de los sectores que apoyaron la
Independencia. Es importante destacar que las luchas por la Independencia
tuvieron un amplio apoyo popular entre gauchos, campesinos y artesanos que integraron
las milicias y legiones.
Fue muy importante además la participación de mujeres, algunas
de ellas destacadas patriotas luchando con valentía como Macacha Güemes, Juana
Azurduy, Martina Silva de Gurruchaga, las niñas de Ayohuma o las ’bomberas’ de
la “Guerra Gaucha”.
Finalmente, no podemos dejar de hacer referencia a los pueblos
originarios, sobre todo los del Alto Perú y del norte de nuestro país; que
integraron ejércitos, resistieron a los españoles, lideraron rebeliones y hasta
fueron claves en guías de territorios desconocidos por los soldados llegados de
Buenos Aires. Por este motivo el Acta de la Independencia fue traducida al
Quechua y al Aymara. Inclusive, se cree que hombres de Artigas robaron el acta
original cuando iba camino a Buenos Aires, y que el líder federal la mandó a
traducir a aquella lengua.
Mientras San Martín le escribía al diputado por Cuyo, Tomás
Godoy Cruz: “¿Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra Independencia? Es
ridículo acuñar moneda, tener pabellón y escarapelas nacionales y, por último,
hacer la guerra al soberano de quien se dice que dependemos y permanecer a
pupilo de los enemigos. ¿Qué tenemos que decirle? Con este paso el estado
ganará un cincuenta por ciento y si tiene riesgos, para los hombres de coraje
se han hecho las empresas...”. Pueyrredón, Director Supremo en ese entonces,
escribía “Nuestros pueblos no están en estado de admitir principios de libertad
en sus gobiernos sin grave riesgo de seguridad...”. Aunque al ver que las
discusiones se dilataban, volvió a Tucumán y apuró a los diputados para que
declarasen, de una vez por todas, la independencia; asumiendo ese riesgo.
Belgrano, que estaba dejando su vida en las luchas por la
Independencia, regresaba de una misión diplomática por Europa aún más
convencido de declarar la Independencia. Mientras Güemes demostraba su coraje
combatiendo junto a sus “infernales” contra los españoles en el norte y San
Martín preparaba con esfuerzo el Ejército de los Andes, se declaraba la
Independencia.
Por lo antedicho DECLARAR LA INDEPENDENCIA fue una decisión más
asociada a los SENTIMIENTOS DE CORAJE Y CERTEZA que a una ANGUSTIA por tener
que romper vínculos con la España opresora. ¿Se imaginan a San Martín, a
Belgrano o a Güemes llorando por los rincones por declararnos independientes?
¿Piensan que los congresales de Tucumán estuvieron casi cuatro meses
acongojados por tamaña decisión?
Sí es cierto que la Independencia trajo consigo responsabilidad.
Había que defenderla y demostrar al mundo que éramos, somos y seremos un país
soberano, sin que otros estados o potencias tomen decisiones sobre nosotros y
por nosotros. Entonces, aparecieron esos hombres de coraje de los que hablaba
San Martín que aceptaron riesgos ante posturas que iban en contra de los
intereses foráneos.
Así lo demostró Rosas cuando defendió la soberanía territorial
intentando impedir que una flota anglo-francesa penetre en nuestros ríos por la
fuerza. O Luis María Drago, Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente
Roca, quien a principios del siglo XX sostuvo la postura conocida como Doctrina
que lleva su nombre: “ningún estado extranjero puede utilizar la fuerza contra
una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera”; de esta
manera se oponía a los Estados Unidos, que aceptaban la invasión a países
americanos por deudas impagas.
Miguel Ángel, el renombrado escultor renacentista, alguna vez
expresó que su DAVID estaba dentro del bloque de mármol de más de 6 metros, que
la obra ya estaba hecha y que sólo tuvo que retirar lo que no es necesario.
Los hombres que hace 200 años declararon la Independencia y
quienes lucharon antes y después de la misma para lograrla y consolidarla YA
SABÍAN QUE LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA estaban en estas tierras; los hombres
de Mayo ya la veían, los pueblos originarios la habían visto en el pasado pero
los conquistadores la cubrieron, los padres fundadores y los anónimos
luchadores estaban seguros de que solo bastaba retirar aquello que no la dejaba
concretar, que no la dejaban disfrutar, aquello que “sobraba” como decía Miguel
Ángel.
Una vez expuesta esa INDEPENDENCIA, quienes siguieron solo
tuvieron que mantener esa figura mejorándola con el cincel y el martillo, de
manera suave, pero con golpes certeros para acompañar esa Independencia con más
libertades, más justicia social, más igualdad, defendiendo la democracia y
luchando por el respeto de los DD.HH.
Sin embargo, cada tanto hubo falsos escultores de la libertad
que rellenaban la figura con mármol, como “poniendo piedras en el camino” o
daban golpes contundentes logrando deformar la perfecta figura de la
Independencia.
Queda en nosotros tener en nuestras manos el cincel y el
martillo para mantener en pie y mostrar con orgullo la obra de arte que nos dejaron
los grandes creadores de nuestra patria: LA INDEPENDENCIA y LA LIBERTAD.
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