viernes, 1 de mayo de 2020

1 de Mayo DÍA DEL TRABAJADOR


«¿En qué consiste mi crimen?

En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Sus leyes están en oposición con las de la naturaleza, y mediante ellas roban a las masas el derecho a la vida, la libertad, el bienestar». Estas palabras dijo George Engel al tribunal que lo estaba por sentenciar a muerte por ahorcamiento (el 11 de noviembre de 1887), en un dudoso y parcial proceso de juicio por conspiración en el cual también fueron condenados Adolph Fischer, Augusto Spies, Albert Parsons, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe; los cuatro primeros, a la misma condena de Engel, Michael Schwab y Samuel Fielden fueron condenados a prisión perpetua y Oscar Neebe, a 15 años de prisión; Lingg prefirió el suicidio, con una bomba casera que el mismo había fabricado en la cárcel, antes que padecer la “justicia del sistema”. ¿Por qué se los sentenciaba?.

En 1886 Chicago era una de las ciudades más grandes y poderosas de los EEUU, la ciudad rebozaba de fabricas de todo tipo y la industria florecía en una economía cada vez más pujante, en este contexto las condiciones laborales eran realmente paupérrimas, con jornadas de trabajo cercanas a las 18 horas diarias y un sueldo que no reflejaba el sacrificio de las personas, en condiciones de semi esclavitud. El 1ro de mayo se convoca a una gran manifestación, allí estaban los obreros y sus familias, cansados de que sus recamos pacíficos se vieran diluidos en palabras y justificaciones. En 1868 se dictó la ley “Ingersoll”, por la cual se establecía una jornada laboral de 8 horas, pero con cláusulas que permitían que esa cantidad de horas se extiendan, la ley fue muy resistida por los empleadores que la tildaban de “lunática” y “poco patriótica” y no era respetada. Los trabajadores no tenían reglas claras para defender sus derechos, y así la huelga se fue expandiendo a todo el país. Reclamaban la jornada laboral de 8 horas para poder estar con sus familias, para poder ver crecer a sus hijos, para terminar con la ignominia de llegar con toda la lasitud en el cuerpo y solo ver dormir a sus hijos para levantarse a las pocas horas para volver al trabajo, para leer, estudiar y formarse, para apreciar el arte, para poder compartir la vida y los sueños con sus esposas, en fin, para vivir.
Pero sus legítimos reclamos fueron violentamente ahogados por las fuerzas de la mayor democracia del mundo y quedaron tendidos en el empedrado dos trabajadores muertos. Tres días después se convoca a otra marcha en Haymarket Square, ahí la represión fue peor. Una persona no identificada arroja una bomba incendiaria contra las fuerzas policiales que intentaban disolver el acto de forma violenta, con el resultado de 7 uniformados muertos y 60 heridos; la cosa se enardece y responden a los tiros contra la multitud, dejando un número indeterminado de muertos y más de 200 heridos, en lo que se llamó “Revuelta de Haymarket”.

En 1889, la Segunda Internacional en el Congreso Obrero Socialista de París decidió instituir el 1ro de Mayo como jornada conmemorativa de lucha, para perpetuar la memoria de los trabajadores que murieron luchando por una jornada de ocho horas, los mártires de Chicago.

En nuestro país, la primera conmemoración tuvo lugar el 1º de mayo de 1890. En Recoleta, en la sede del Prado Español se reunieron 2.000 personas, que teniendo en cuenta la época fue bastante numerosa. Al día siguiente, los asistentes se enteraron de que habían perdido su jornal “por faltar al trabajo”. Con el tiempo, el 1ro de mayo dejó de ser considerada la celebración de un grupo de rebeldes, para convertirse en una jornada de conmemoración casi en todo el mundo, curiosamente, no en Estados Unidos.

El acto del 1ro de Mayo de 1905 se realizó en plaza Lavalle y mientras estaban haciendo uso de la palabra los oradores, un escuadrón de 120 policías a caballo se lanzó contra la multitud, mientras que un escuadrón de bomberos policiales atacó por el otro frente. Sobre la plaza quedaron tendidos cuatro muertos y más de cincuenta heridos. Un informe policial que registra la detención de un obrero al que se lo encontró «famélico, en grave estado de desnutrición». El oficial escribiente detalla que entre las pertenencias del detenido se encontraron 100 pesos y que en el interrogatorio se le preguntó por qué no había usado ese dinero para alimentarse, el detenido contestó: «esa plata es del sindicato, de mis compañeros que tienen tanto hambre como yo, pero dan lo poco que tienen para la causa redentora de la humanidad, para que sus hijos vivan un mundo que merezca ser vivido».

Hoy como ayer, en estos momentos tan difíciles para todos, son tiempos de sacrifico y solidaridad, de reconocer la abnegación de mujeres y hombres de labor que en estos mismos momentos están trabajando con sentido de responsabilidad profesional, con energía, con mucho esfuerzo y sacrifico, con compromiso, resignando el abrazo de sus hijos cuando llegan a su casa porque antes hay que higienizarse, sacrificando tiempo con sus familias y hasta poniendo su propia salud en riesgo. En muchos ámbitos del trabajo esto sucede hoy, pero estas personas conscientes de su rol en la sociedad, lo asumen plenamente, son ciudadanos de carne y hueso como todos, que se exponen todos los días, trabajando desde su lugar, en pos del bien de la sociedad, del de cada uno de nosotros.

                                       Departamento de Expresión

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